jueves, 6 de marzo de 2008

Ex Africa

En apenas cinco días dejo Maputo. En esta frase se resume más de un año de trabajo, de experiencia y de sensaciones. Un año que pasó en un instante, como aquél cuento que comenzaba: “érase una vez un niño… y pasaron 30 años”.
Si mi vida aquí tuviera que resumirse en algo, apostaría por un aroma. Aquél que percibí cuando llegué y el que me ha acompañado, desde entonces, en cada jornada. El olor de África. No es algo definido, ni siquiera único, es una sinfonía compleja e indescriptible. Viene como el aire y te envuelve sin dejar un resquicio al abrigo; un abrazo de sensaciones extrañas, a veces dulce, a veces despiadado y amargo, a veces nada.
He sido un blanco negro, un viajero permanente y un español mozambiqueño. Ahora que vuelvo, compruebo que hice un buen trueque: a cambio de todo lo que he dejado aquí, me llevo un recuerdo imborrable. En realidad, no; sólo son los turistas los que se llevan recuerdos; los viajeros se llevan emociones.
No soy hombre de despedidas y no voy a hacerlo ahora. Regresaré a Maputo y recorreré sus calles nuevamente. Una parte, no pequeña, seguirá conmigo y espero que con todos los que compartieron estos días. Kanimambo a todos.
Ex Africa semper aliquid novi.

No hay comentarios: