lunes, 23 de julio de 2007

Canal Internacional

Después de ímprobos esfuerzos, cuyo detalle ahorraré a los amables lectores, he conseguido que me instalen la televisión por cable. Y me pasa lo que a aquél crítico de teatro inglés cuya reseña del estreno sólo contenía la frase: “Ayer se estrenó la obra tal en el teatro tal. ¿Porqué?”. Pues lo mismo; después de tanto trabajo en pro de la caja mágica, me digo: “ah… ¿pero era esto?”. La mayor parte de los canales de mi proveedor por cable son de países exóticos como Brasil, Uganda o Guinea, otros del Magreb, portugueses o –cielo santo- mozambiqueños, con un contenido generoso en telenovelas, anuncios casposillos e incomprensibles noticias locales.

Pero lo que más echaba de menos y, en realidad, motivo esencial de mis demandas, era poder escuchar las noticias en español y aquí sí que la decepción ha alcanzado límites augustos. TVE internacional es, con perdón, una filfa de proporciones regulares. Mientras que en la televisión francesa, por ejemplo, se retransmite el Tour, en la española se emite un interesantísimo reportaje de tres horas de duración sobre la reproducción del somormujo enano en el Bajo Aragón o sobre las cien maneras de manejar airosamente la garlopa. Las series que ponen son de hace una década, por lo menos y escogidas cuidadosamente entre lo más rancio del repertorio. Puedes dedicarte al cotilleo más descarnado jugando a analizar el modo de envejecer de los actores que allí aparecen y comprobar a quienes el tiempo ha ido haciendo –como a todos- las típicas jugarretas. Comienza uno a ver la TVEI y, misteriosamente, se empiezan a echar de menos el Un, Dos, Tres, los Chiripitifláuticos y Luis Aguilé. Da miedo pensar en que buena parte de los que aparecen en esos programas descansan en paz.

Total, que así todo. Se salvan los telediarios -y digo salvan por decir algo- dado que, al menos, tienen una cierta conexión con la realidad nacional aunque temo que cada vez más peculiar. En fin, que de los Suspiros de España, el No-Do y El Emigrante de los años heroicos de la emigración, hemos pasado a la cocina de ése showman internacional conocido como Arguiñano y a los reportajes eternos sobre el agreste paisaje de Almuradiel, todo lo cual resulta, ya se supone, de inmenso interés para los sufridos expatriados.

Así que, en general, la única alternativa son los canales internacionales de noticias y –oh sorpresa!- el Canal Real Madrid, algo que yo ignoraba que existía pero que tiene, al menos, un cierto aire festivo y patriótico alrededor del cual suele concentrarse la comunidad española en general y madrileña en particular por aquello de apurar afinidades.

En eso andamos.

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