viernes, 18 de mayo de 2007

Namaacha

Namaacha es una pequeña localidad cercana a Maputo -unos 80 Km.- que hace frontera con Swazilandia. Allí nos fuimos para conocer el Juzgado de Distrito y hacer un pequeño trabajo de recogida de datos sobre su funcionamiento. Namaacha tiene un clima mucho más templado que el de Maputo porque está rodeada de montañas. Muchos capitalinos de pro se construyen aquí sus segundas residencias para huir del agobiante calor del verano. La ciudad es muy africana, sin centro apreciable, sólo largas avenidas o carreteras sin asfaltar flanqueadas de casas individuales con grandes jardines, huertos, granjas y una enorme y antigua iglesias colonial dedicada a la Virgen de Fátima a la que peregrinan dos veces al año muchos fieles que vienen a pie desde Maputo y otros lugares del país. Dentro de la iglesia, hay que destacar un vía crucis de colorida factura, pintado a mano en las paredes por artistas locales, que aporta un bello toque popular al interior del edificio.

El edificio del tribunal fue construido con ayuda extranjera y resulta espacioso aunque no especialmente bien concebido. Tiene los techos muy altos y habitaciones muy pequeñas, llenas de recovecos y esquinas. Alrededor tiene un enorme y cuidado jardín.

En la frontera hay mucha gente, casi todos dedicados al contrabando de alimentos y materias primas. Compran en Swazilandia, donde es más barato, y lo revenden en Mozambique, ganando una modesta plusvalía. Justo en la parte Swazi, nada más pasar las aduanas, hay un enorme supermercado. Casi todos los mozambiqueños cruzan la frontera sin pasaporte pero eso forma parte de la tradición local. Los problemas se resuelven, no se sabe cómo, sin necesidad de acudir al Juzgado.

Sobre las 10 de la mañana, la ciudad se llena de niños de todas las edades que vienen y van a las escuelas; todos van sonriendo y jugando, con vestidos multicolores, en grupitos de la misma edad y siempre solos. Al pasar a mi lado, todos saludaban y aproveché la ocasión para tomar algunas fotografías que luego les mostraba en la pantallita digital consiguiendo sus caritas de asombro y grandes risas. Siguiendo la tradición africana, casi ninguno está inscrito en el registro. Algún tiempo después del parto, el padre hace una especie de presentación pública del recién nacido a familiares y vecinos y desde ese momento, el niño es reconocido como parte de una determinada familia. Eso es todo. Será mucho tiempo después cuando tendrá que registrarse para obtener alguna prestación social o inscribirse en alguna parte. Si es católico, se bautizará muy tarde, ya casi adulto, y siempre que sus padres estén casados por la iglesia y después de tres años de catequesis a razón de ocho meses por año.

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