lunes, 28 de mayo de 2007

Café Continental

En la Avenida 25 de Septiembre, que constituye la espina dorsal de La Baixa, se encuentra el Café Continental, un antiguo establecimiento de los años 30 que conserva, milagrosamente intacta, la decoración original y un decadente aire colonial. El amplio salón está repleto de espejos, ventanales a la calle y mobiliario de hierro y mármol, al uso de los viejos cafés lisboetas del Bairro Alto y, salvando las distancias, de los venerables cafés literarios del Madrid bohemio de finales del siglo XIX y primeros 30 años del XX como el Comercial, el Suizo, el Pombo o el entrañable Gijón. Encontrar uno de estos protagonistas de la edad de oro de los cafés en el África Austral no deja de ser una experiencia tan extravagante y exótica como lo sería ver un puesto callejero de piri-piri de galinha confortablemente instalado en las calles de Valladolid, por citar un caso. El Café Continental está inmaculadamente limpio y atendido por una legión de eficacísimos empleados. En su interior, hay un departamento para la venta a la calle, que cuenta con una imponente selección de pasteles y una panadería, todo a precios muy razonables.

Aunque sirven comidas, lo tradicional es sentarse tranquilamente en la varanda y tomar un delicioso café expreso o com leite acompañado de un pastelinho de nata, un delicioso hojaldre relleno de crema pastelera que constituye uno los productos tradicionales del local y que, a poco que uno se acostumbre, se convierte en un rito sacramental.

Sentado en los veladores del Continental se puede contemplar a los viandantes que recorren la bulliciosa avenida, el Mercado do Pau (“de palo” o “de la madera”) que inunda los sábados la vecina plaza 25 de Junio y el ajetreo de los carrinhos que van y vienen del muy próximo Mercado Central.

Hay otros cafés en Maputo dignos de ser visitados pero ninguno con el sabor y el ambiente que destilan las paredes del Continental. Además, aquí, a diferencia de otros establecimientos en los que abundan los extranjeros, hay mucha clientela local lo que aporta mayor autenticidad y cercanía.

Llegué al Continental después de dar un paseo por las grandes avenidas de la ciudad. Crucé por delante del Palacio dos Casamentos donde los rítmicos cánticos tradicionales de los testigos y damas de honor, recubiertos de sedas multicolores, forman un ejército de gala que atruena la Avda. Julius Nyerere desde primeras horas de cada sábado. Multitud de convidados se abalanzan sobre los novios para darles sus parabéns y desearles lo mejor, antes de salir como una horda musical y bullanguera hacia la fiesta y el banquete de bodas. Mientas miraba embobado el espectáculo, me encontré con varios conocidos. La ciudad se está haciendo pequeña…

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