miércoles, 7 de marzo de 2007

Wet Dawn (húmedo amanecer)

Bueno, estoy contento porque ya se me van agotando las desgracias posibles. Esta mañana he tenido la última: se me ha inundado el flet. Cuando a eso de las 7:30 me he dirigido al baño, me ha parecido que chapoteaba. He encendido la luz y he visto un charco descomunal que iba desde el baño hasta la cocina pasando por el pasillo y parte del salón. Al abrir la puerta del baño, presa de un ataque de pánico, he comprobado con horror que me había dejado abierto el grifo del lavabo (no me di cuenta porque por la noche vuelven a cortar el agua) y, aunque el chorro que cae no es precisamente la catarata Victoria, poquito a poco había llegado hasta arriba y comenzado a salirse al amanecer dado que, casualmente, el sumidero está semiatascado y no permite mayor evacuación. Total, el desastre.
Busqué una fregona y sólo encontré la mitad, es decir, el mocho. No había cubo ni escurridor. Comencé a utilizar en su defecto el bidé cuyo desagüe también descubrí -tarde- que estaba atascado. Entre juramentos y maldiciones tuve que utilizar un recogedor de polvo que me sirvió para retirar el agua a cacetadas. Cuando ya estaba al borde de una crisis psicótica, llamaron a la puerta. Me vestí como pude y salí a recibir a quien supuse ser el vecino de abajo que venia a estrangularme pero, al abrir la puerta, comprobé que era la rechoncha figura de Silvia que había venido a hacer sus labores. Le largué de inmediato el mocho y le impuse de la situación lo mejor que pude, nombrándola furriel y disponiendo el necesario zafarrancho. Se plantó la ropa de trabajo, mandil y pañoleta, y comenzó a escurrir el mocho con las manos lo que, aun siendo poco higiénico, consiguió achicar la laguna en poco tiempo hasta límites razonables. Luego, mientras yo me arreglaba para salir, me preparó sonriente la lista de la compra. Después de sobrevivir a este naufragio, nuestra comunión espiritual será eterna…

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